Leer delante de otros entraña un esfuerzo que mejora considerablemente la práctica lectora de quien realiza esta actividad a menudo. Es cierto que, al principio, los más tímidos apenas se atreven a alzar la voz. Pero con el tiempo, acaba gustando. Es importante usar libros, preferentemente: despiden otra calidez que no tienen las fotocopias. Otra ventaja de leer en voz alta para otros que nos escuchan es que se aprende a modular la voz, a proyectarla hacia afuera y, por supuesto, a perder el miedo al ridículo.
Esta práctica que ahora veréis, la hicimos aprovechando un texto que nos gustó del libro de lectura. Aquí tenéis tres retratos lectores de aquel día:
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